Después de la infancia, la época de mayor crecimiento, nunca más se vuelve a producir un ritmo de desarrollo tan elevado. Los recién nacidos duermen hasta 17 horas al día y a los seis años los niños precisan todavía de entre 11 y 12 horas de sueño diario y curiosamente sólo cuando dejamos de crecer se reduce la necesidad de sueños.
El 90% de la hormona del crecimiento (HC) que controla el desarrollo general del cuerpo se produce durante el sueño. Los niveles de esta hormona son mayores con la infancia y la juventud y comienzan a decaer pasados los 20 años.
La solución está en poder estimular una mayor secreción propia de hormona del crecimiento. Los adultos entre 25 y 45 años tienen una considerable reserva de HC en la glándula pituitaria, alrededor de unos diez miligramos, que si fuesen capaces de liberar supondría cantidad más que suficiente para incitar unos cambios físicos considerables.
Una vez en la sangre la hormona del crecimiento viaja hasta el hígado donde es metabolizada y destruida en un par de horas, pero durante ese proceso se pone en marcha la producción de factores de crecimiento similares a la insulina, llamados también somatomedinas. Las somatomedinas generadas en el hígado se usan entonces para controlar el crecimiento estable de los músculos, principalmente durante la noche.
Fabián Aros
S2
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