Estudios indican que “el gen actúa modificando el apetito, de manera que los niños que tienen dos copias de la variante de alto riesgo presentaban menos probabilidades de que se inhibiera su apetito después de comer”.
Por lo que los niños con la variedad de más riesgo del gen tienen respuestas de saciedad más débiles, lo que significa que no se dan cuenta de cuándo están llenos”.
El efecto del gen es el mismo al margen de la edad, el sexo o la clase social. “No es que la gente que porta esa variante del gen automáticamente desarrolle un sobrepeso, pero tiene más tendencia a comer más de la cuenta, lo que les pone en una situación vulnerable en una sociedad llena de tentaciones”.
Héctor Quiroz
S.1
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